NAMELESS o las dos caras de Xibalba

Grant Morrison, todo un habitual en los premios Eisner, se caracteriza por adaptar a personajes icónicos arquetípicos a sus necesidades creativas, siendo las premisas contraculturales las que acaban dominando el relato. Hace mucho tiempo, sumió a Batman en la más absoluta locura en Arkham Asilum, que a la postre ha sido una de las más brillantes adaptaciones al mundo del videojuego. Todos recordamos a un carismático Joker sometiendo a Batman al test de Rorshak, con unos resultados brillantes que sentaron precedentes. Además de situaciones terrenales, Morrison se ha especializado en el horror cósmico multidimensional, que no solo se quedaban en el mero plano físico, sino que profundizaban en los misterios de la psique y en los múltiples planos existenciales.



Nameless (sin nombre) una obra maestra, de esas que suceden cuando una serie de combinaciones y experiencias vitales se unen para otorgarnos un precioso regalo. Chris Burnham, socio habitual de Grant en sus correrías con el hombre murciélago, es un dibujante que sabe insuflar vida a situaciones dispares, ejecutando tramas paralelas con una suavidad pasmosa a la par que agresiva cuando resulta necesario. Ambos artistas han incluido fragmentos de su esencia personal en Nameless, una historia que transmite información íntima, histórica y metafísica en cada página.

La estética y estructura del relato se basa concienzudamente en el testamento ideológico más reconocido de Brion Gysin, La máquina de los sueños. Gysin, un mago psiconauta cuyas obras de arte son piezas de culto e investigación, creó una máquina con un foco rodeado por un cilindro, que al girar, genera pausas y cortes de luz, permitiendo ver imágenes geométricas con pausas perfectamente calibradas, generando mosaicos multidimensionales. El resultado del experimento está supeditado a la psique individual y cada persona se ve sumergida en su propio viaje introspectivo. La sobreposición de diferentes imágenes crea una realidad alternativa única e inolvidable. Ilustres como David Bowie usaron el trabajo y metodología de Brion Gysin para contaminar su producción artística, en este caso, ambos compartieron su amor e investigación por las bolas de cristal.



Desde la primera página, vemos la influencia y eco estético de La máquina de sueños, en una narrativa única empeñada en mostrarnos lo hermoso y lo más horrible de la dualidad. Xibalba es un asteroide que se aproxima a la tierra, pero no es un mero cuento de naves espaciales y meteoros, su influencia en el plano real genera asesinatos y mutilaciones con patrones sectarios, pero en el plano astral está creando desequilibrio en todas las leyes naturales de ese anti-mundo. Sin Nombre es un investigador sobrenatural totalmente desubicado, por momentos parece controlar las situaciones más inverosímiles, aunque en la progresión de sus actos denota que sus pregustas solo suscitan más interrogantes en vez de respuestas.

Sin Nombre se mueve en lo que parecen ser dos momentos espacio-temporales diferentes. Por un lado, ha sido captado por un grupo multimillonario independiente para saltar al espacio con una tripulación especializada en diversos campos, cuya misión es averiguar el origen de Xibalba y acto seguido evitar su colisión con la tierra. Por otro lado, Sin nombre, despojado de identidad para que ningún ente pueda tener poder sobre él, intenta reconstruir los hechos que ocurrieron en La Casa del Cuchillo –hogar de un esotérico asesino en serie- y que tanto afectaron a su vida. Los cambios narrativos entre ambas historias se producen gracias a unas fluidas y mimadas elipsis temporales, que si en algún momento producen sensación de brusquedad es porque así lo desea el guionista.

El guion está construido por medio de conceptos de la cultura maya y polinesia y con constantes influencias de grandes autores del siglo XIX. Vemos reflejados en muchas viñetas la idea de entidades místicas que tanto intrigaron a Hodgson, la simbología de elementos que abren puertas prohibidas de Manchen, el crisol de simbología cabalística y por supuesto el lenguaje enoquense de John Dee (pavoroso donde los haya). Varias de las imágenes se corresponden a las descripciones del mismísimo H.P. Lovecraft, que ha tenido notables homenajes en el comic. Algunas de las localizaciones reales que aparecen en las páginas fueron visitadas por el ilustre ciudadano de Providence durante su vida y fueron aquellos parajes los que le sirvieron como fuente de inspiración para elaborar algunos de sus grandes relatos. No obstante, debo añadir que muchos elementos de la cultura de masas también salen reflejados, ya que las series de televisión y los programas de sobremesa han sido un pedacito importante en la vida de ambos autores, quienes incluso han incluido fragmentos de su vida íntima. La teología clásica y el cristianismo también se dan cita en el arco argumental para ser arrojados al suelo y hacerse añicos.

 

La dualidad, muchas preguntas y minuciosas respuestas son las cartas con las que juega la historia, que una y otra vez se empeña en demostrar que nada es lo que parece y que los fundamentos teológicos con los que hemos sido educados –la eterna lucha del bien contra el mal- tal vez solo sea una pieza más en un puzle que no nos corresponde entender, algunas fuerzas nos superan sin duda. Xibalba no es un mero asteroide desprendido de un planeta perdido, guarda muchos secretos y os invito a que intentéis desvelarlos, aunque ello os haga perder puntos de cordura.

Pako Mulero

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