Proyecciones que marcan (nunca mejor dicho). Nocturna 2018 - Pako Mulero Arenillas

La Marca del Hombre Lobo es uno de esos films que crean afición al género, es un título muy especial, que consagró a Paul Naschy como el mejor licántropo del séptimo arte. 

    

Escrita y protagonizada por Jacinto Molina (Paul Naschy, por si hay algún despistado), y dirigida por Enrique López Eguiluz, el film vio la luz en 1968. La historia profundiza en la memoria del apellido Daninsky, constantemente presente en la filmografía de Naschy, que tanto le pesa a Waldemar, su carismático pero desafortunado portador.

Es importante tener en cuenta que, en el universo cinematográfico, un acto de avaricia o de sacrilegio, tal como retirar una cruz de plata clavada en el corazón de un antepasado maldito, puede desencadenar una serie de sucesos tan sobrenaturales como catastróficos. Waldemar luchará a muerte contra una bestia, con la idea de proteger a los inocentes, pero al sufrir una dentellada, él mismo se convertirá en el portador de la maldición del Hombre Lobo.

Waldemar no está solo, ya que una joven pareja, agradecida por la nobleza y valentía de Waldemar, se pone en contacto con extraño científico, el cual sostiene que debido a los avances en su investigación puede curar a nuestro protagonista. Como es lógico en el fantaterror, no es oro todo lo que reluce, y si unos personajes son tenebrosos y ponen en alerta al espectador, es porque hay motivos de sobra.

Naschy, con su experiencia y conocimiento sobre los films más exitosos de Universal y de la Hammer, decide mezclar una serie de conceptos y mitologías de los seres de la noche. El resultado es un guion mimado y pulido, cargado de sorpresas, y que finalmente sería la piedra angular del fantaterror en nuestras fronteras. Curiosamente, es el único guion que Naschy no construyó en el ilustre escritorio de su despacho, ya que lo elaboró en casa de sus padres.

Como ya comenté anteriormente, tuve la suerte de ver La Marca del Hombre Lobo en pantalla grande, ni más ni menos que en la Sala Berlanga, gracias al apoyo de la fundación SGAE, en un evento que celebraba los 50 años de existencia del laureado film.  Previo a la proyección, los asistentes tuvimos el placer de disfrutar de un coloquio coordinado por Sergio Molina, donde se explicaron los entresijos de los primeros films de género rodados en España, anécdotas, y datos de gran interés. 

Para mí, fue muy importante asistir al evento, ya que lo viví con gran intensidad junto a mis amig@s, entre los cuales, se encontraba la mismísima familia de Paul Naschy. Todo un honor.

En el posado falta el pequeño Manuel Lendínez (The Horror Collector), ya que fue el encargado de hacer la foto

Ghostland

Recuerdo cuando le prometí a Jaume Balagueró que vería el nuevo film de Pascal Laugier. Lo recuerdo asegurándome lo mucho que me iba a encantar. Finalmente, pocos días después cumplí mi promesa en el Nocturna, y efectivamente, me encantó. 

Ghostland dio un golpe de autoridad en el festival, encandilando al jurado, y obteniendo 2 grandes galardones: Premio Paul Naschy a la mejor película y Premio Nocturna a la mejor dirección. Nada que objetar, nada en absoluto.

A lo largo de la historia del cine ha habido múltiples mementos a la obra y figura de Lovecraft, pero pocos tan eficientes y exquisitos como el perpetrado por Laugier. El director, por medio de las visiones de una niña, que, junto a su madre y a su hermana, ha sufrido el asalto de dos psicópatas en su nuevo hogar, da saltos en el espacio y en las diferentes realidades que se muestran a lo largo de la trama. Por medio de diversas claves, la narrativa y premisa de los relatos más importantes de Lovecraft, se verán reflejados constantemente. 

El homenaje al amor por la escritura como medio de evasión y crecimiento, es algo muy presente en la estructura, y en la progresión dramática del film, encontraremos escenas que bien recuerdan a la información que se tiene con respecto a la desdichada infancia del Solitario de Providence. Imprescindible.