APOCALYPSE DOMANI - Libro oficial Sitges2019 - Pako Mulero Arenillas
En Italia hubo otra clase de cine,
uno muy particular, que enriqueció y encandió a muchos de nosotros. La exploitation
italiana, enfocada a la ciencia ficción, fue muy rica en matices, y a pesar de
que, en prácticamente todas las ocasiones, se trataba de un cine Bis que
contaba con un bajo presupuesto, sus talentosos directores conseguían perpetrar
un trabajo impecable, que ya sea de forma instantánea o con algunas capas de
tiempo, se acababan convirtiendo en cintas de culto.
Existen múltiples títulos, todos
ellos dignos de análisis, especialmente si tenemos en cuenta su contexto social
e histórico. El festival de Sitges, de forma constante, homenajea,
mima, e incluso protege la memoria del cine fantástico italiano. Prueba de ello
es Brigadoon, una maravillosa sala, coordinada por Diego López,
que constituye todo un templo para ese “otro cine”. Por otro lado, tenéis a
vuestra disposición APOCALYPSE DOMANI, el libro oficial de Sitges
2019, editado por Hermenaute. Se trata de un ensayo coordinado
por Ángel Sala (director de Sitges), que contiene títulos, análisis,
curiosidades, y significativas anécdotas de aquellas producciones con las que
hemos crecido muchos de nosotros. Concretamente, se centra desde 1977 hasta
1990.
Hay ciertas películas que están
en nuestro olimpo personal, y que como es lógico fueron el detonante de algunas
facciones de la exploitation italiana. El Péplum, los Westerns, historias
postapocalípticas, y relatos de espada y brujería, fueron una fuente inagotable
de clones y de invenciones con alma propia. Si bien los medios con los que
contaban eran ínfimos, sobre todo si se comparaban con las superproducciones USA,
los cineastas transalpinos no se andaban con chiquitas, por lo que siempre
daban un paso más con respecto a endurecer y descarnar las tramas, llevando su
creatividad al límite, demostrando que querer es poder.
La franquicia Mad Max
fue un antes y un después. Las batallas en carreteras con aquellos vehículos
tuneados de la forma más recargada y agresiva posible, los villanos
carismáticos, la lucha por el control de los escasos recursos, y sobre todo la
violencia, crearon una fiel parcela de fanáticos seguidores.
Por otro lado, The Warriors
(1979) dirigida por Walter Hill, le daba otra vuelta de tuerca al cine de Bandas.
Curiosamente, la producción, que era, ni más ni menos, la adaptación de la
novela de Sol Yurick, originalmente se ubicaba en un futuro postapocalíptico
con tintes distópicos, pero finalmente, por decisión de la productora, se enmarcó
en el presente, o incluso tal vez en un futuro muy cercano con respecto a
aquella época…
Lo curioso fue que The Warriors
apenas estuvo dos semanas en cartelera, ya que diferentes bandas que acudían a
ver el film acababan enfrentándose literalmente dentro de los cines debido a su
rivalidad territorial, por lo que se retiró por miedo a tales incidentes. A
pesar de aquello, la cinta está en el olimpo de muchos seguidores. Es una
tragedia griega que cala a todo aquel que la visiona.
En Italia se dio un paso más, y
para eso contaban con Enzo G. Castellari (entre muchos otros, como ya
descubriréis en las páginas del libro) con su “relativa” trilogía de Bárbaros apocalípticos,
y digo relativa ya que, en la suma total, si bien no es una saga conectada a nivel
de guion, si se mantiene unida por temática y dirección. En 1990: Los
Guerreros del Bronx y en Fuga del Bronx, disfrutamos del
nacimiento y consagración de Trash, encarnado por Mark Gregory,
un actor descubierto mientras hacía pesas en un gimnasio. En la actualidad, Mark
Gregory, se encuentra desaparecido del mapa, totalmente alejado del mundo del
séptimo arte. Entre medias, Castellari rodó Los Nuevos Bárbaros
(1983), escogiendo como protagonista a Timothy Brent y en el papel opuesto a nuestro amado George Eastman.
Castellari, junto con otros
grandes de la Italian Explotaition (Joe D´Amato o Sergio Martino por ejemplo),
dejaron claro que en “su apocalipsis” todo valía, por lo que los finales
felices en un mundo devastado, tal vez no tenían razón de ser. Los héroes, es
caso de caer en las garras de los antagonistas, no solo eran retenidos o
golpeados, sino que además corrían el riesgo de ser sodomizados como castigo ejemplar.
Es de suponer, que todo aquel amante de la saga Mad Max no se
imagina a los malos violando al carismático protagonista, pero para los
cineastas italianos, la heroicidad o el carisma no suponían un salvoconducto
ante tan viles prácticas.
En las páginas del libro encontramos
múltiples anécdotas de tan agotadores rodajes. Varios de los directores, al
encontrarse grabando escenas y localizaciones dentro del mismísimo Bronx, se topaban
con notable hostilidad por parte de muchos de sus habitantes, quienes
imposibilitaban aquellos larguísimos días de rodaje. Algunos cineastas tuvieron
que perder los papeles y amenazar a los molestos, e incluso tirar de picaresca
para llevárselos a su terreno. Es por ello por lo que cada escena valía su peso
en oro, y, por lo tanto, el resultado final posee una gran calidad, mucho mayor
de lo que muchos puristas puedan creer.
Luigi Cozzi (a quien
admiro y pude entrevistar para La Cabina de Nemo en Sitges 2018),
también tiene un apartado especial por parte de los autores que componen este
sensacional ensayo. Su forma de entender la ciencia ficción, el Péplum, e
incluso la Space Opera, ha sido fundamental para la continuación del cine Bis y
el enriquecimiento de este. Como Autor, distingue perfectamente la diferencia entre
el lenguaje cinematográfico y literario, generando su propia mitología.
Otro dato importante, mencionado
en la presentación de APOCALYPSE DOMANI en la carpa Fnac, son los rasgos de identidad propios de
este cine, y por supuesto, su ausencia total de complejos. Por poner un
ejemplo, en las coproducciones italo españolas, cuando observamos escenas de
persecuciones con vehículos en marcos apocalípticos, no vemos tantas marcas norteamericanas
al uso, para nada. En esos casos podemos ver camiones de la marca Pegaso,
tuneados al límite, impartiendo justicia por aquellas desoladas carreteras.
Por
otro lado, pero no menos importante, estaban aquellas deliciosas secuelas no oficiales (que tanto adoro) de
Alien, Tiburón, o incluso Terminator, porque la metodología
en el marketing y distribución de aquellas producciones era toda una ciencia
digna de estudio.
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Nuestros videoclubs se engalanaban con estos tesoros. |
En definitiva, nos encontramos
ante una oportunidad única de conocer un poco más, valorar, e incluso entender,
un cine tan artesanal como arriesgado, que consiguió auténticos taquillazos en
USA, considerarse de culto en el interior de diversas fronteras, e incluso
llenar de pasión las tardes de nuestra infancia y adolescencia. Un diez para Hermenaute.
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