Gracias - Pako Mulero Arenillas

Nos acostumbramos a que las cosas estén bien hechas. No nos percatamos de la labor extraordinaria de muchas personas que aportan su talento para que los eventos lleguen a su máximo exponente. Hacen un trabajo vital, comprometidas y entregadas a la necesidad de todo aquel que necesita desarrollarse en su campo. Sin estas personas, el engranaje no estaría completo y todo se pararía. 

En el caso de los festivales de cine, la tarea de las personas dedicadas en cuerpo y alma a las labores de comunicación y prensa, junto a las compañeras que conocí cuya función es la de ejercer como traductoras, es simplemente imprescindible. No nos paramos a pensar en su profesionalidad y generosidad, que en los tiempos actuales se han expuesto más que nunca para darle un sentido y un significado a nuestras palabras, han traducido nuestra voz y, a su vez, han hecho de puente con aquellas personas que tanto admiramos y con las que hemos entablado contacto más allá de la cuarta pared. Aprecio notablemente la tarea de todas las personas de todos los departamentos de comunicación y a las compañeras dedicadas a la traducción que he conocido en mis interactuaciones por los festivales de cine. Valen su peso en oro.

Este artículo me gustaría dedicárselo en concreto a Núria Pujol, a quien admiro y que, cuando nuestros caminos se cruzaron, siempre hizo gala de profesionalidad y de tener un gran corazón. 

Gracias a Núria pudimos disfrutar en Sitges de una excelente presentación del Film Il Signor Diavolo junto a Pupi Avati, su ilustre director, y Diego López, coordinador de la sección Brigadoon que en esa misma edición le hizo entrega a Pupi del premio Nosferatu que otorga el festival. En el cine Prado, tras gozar aquella cinta sobre el gótico rural, tuvimos el lujo de asistir a un coloquio donde Núria Pujol traducía sobre la marcha (tanto al cineasta como a Diego y a todos aquellos que planteaban las cuestiones) a un altísimo nivel todo aquello que rodeaba a la experiencia vital de Pupi Avati en el séptimo arte, el Jazz, y anécdotas relacionadas con su último trabajo. Su nivel de comprensión y transmisión era épico, contribuyendo a que aquella experiencia fuese simplemente mágica.
 

Al día siguiente tuve el honor de entrevistar a Pupi Avati en los jardines del Meliá junto a Alex Aguilera y Lluís Rueda. Todos los presentes tuvimos la fortuna de contar con la presencia de Núria para las tareas de traducción e interpretación. Ella influyó con creces a que yo viviese un momento muy especial, que fue mucho más allá de la entrevista. Hablé con Pupi sobre el uso de la disyunción proximal en el guion, explicó su visión acerca del gótico rural, su pasión sobre la pintura flamenca, la interpretación de los dogmas cristianos en su filmografía, lo mágico y preternatural, e, incluso yo mismo, le comenté acerca de mis orígenes en el Palmar de Troya, lugar que todavía se arraiga a ese subgénero que él mismo aprecia con intensidad. Todo lo mencionado, y un poquito más, fue gracias a la generosidad de Núria.

Poco después ella fue la encargada de descodificar las palabras de Dario Argento, un mito que se presentó a última hora y por sorpresa en el festival. Aquella rueda de prensa fue uno de los acontecimientos más míticos a los que he podido asistir, y me quedé estupefacto, sin palabras, cuando Dario Argento me miró a los ojos y tras petición mía me explicó en sus propias palabras qué es el Giallo, cuáles son sus influencias, y de dónde proviene. El director de Suspiria y Profondo Rosso se dirigía a mí directamente, y me habló de su amistad con George A. Romero (el señor por el que decidí estudiar cinematografía), y todo aquello estaba sucediendo gracias a Núria Pujol que construyó un canal de comunicación entre nosotros. Aquello fue magia y tuve que hacer un tremendo esfuerzo para no llorar por la cantidad de emociones que circulaban por mi cabeza. Gracias Núria, gracias de todo corazón. 

Al día siguiente pude tomarme un café con Núria y charlar un rato con ella. Era una persona agradable, muy educada, agradecida, que sentía pasión por su trabajo, y que hacía gala de un tipo de humor diferente, como el de aquellos sketchs de los comediantes británicos. Era una persona entrañable a la que le debo grandes recuerdos, y se lo hice saber aquel día en persona y cada vez que volví a encontrarme con ella o por medio de nuestras interacciones por las redes sociales. Nunca imaginé que no volvería a poder tomarme un café con ella y que no podría volver a disfrutar de su asombrosa pericia. 

Hace poco recibí la triste noticia de su fallecimiento, que me dolió de verdad, una nueva puntilla en estos complicados días. Cada vez que ponga los pies en el Prado o incluso Brigadoon, revise un film de los maestros italianos, recordaré lo mucho que Núria hizo por el cine, lo mucho que hizo por mí, un tipo que venía de un barrio de trabajadores y que consiguió comunicarse con figuras a las que admira. Dejemos claro que, para mí, ella, por su fuerza y generosidad, está a la altura de todas aquellas figuras.

Antes de terminar me gustaría expresar lo importante que es valorar el trabajo de todas aquellas personas que se esfuerzan y dan el máximo para que todo salga bien. Son como aquellos futbolistas que están en una posición delicada del esquema, creando juego y distribuyendo balones, para que finalmente su equipo salga victorioso dando una muy buena imagen. Os pido a todos y a todas que valoréis su destreza, especialmente en estos días tan complejos que nos ha tocado vivir, porque su labor brilla más que nunca. Tener las entrevistas correctamente concertadas, la documentación pertinente, los materiales necesarios, salas habilitadas, un entorno seguro, y una buena traducción, son inagotables muestras de profesionalidad y eficiencia, no se hacen solas. Jamás dejéis de dar las gracias, eso nunca.

Para mí ha sido un placer y lujo conocerte Núria. Nunca me olvidaré de ti y de lo mucho que me ayudaste. Grazzie mille. 


 

 

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