Un poquito de Midnight X-Treme – Pako Mulero Arenillas – Sitges2020

La mixtura de conceptos al servicio del terror más particular se da cita en una de las secciones más divertidas del mundo. El cine de género no solo se hizo para aterrorizar o concienciar, además tiene la capacidad de divertir sin prejuicios deconstruyendo conceptos e incluso alterando roles. En la pasada edición del festival de Sitges hubo dos propuestas que llegaron al corazoncito de prensa y público. Ambas producciones no contaban con un gran presupuesto, de hecho, su principal virtud era homenajear a iconos del pasado tales como los Teleñecos o los Powers Rangers con unos medios austeros e incluso deliciosamente artesanales en diversas ocasiones. 

Karl Hott escribe, protagoniza y dirige Benny loves you, una metáfora muy curiosa sobre la falta de madurez, el incumplimiento de los sueños, y acerca de la sociedad tan absurda en la que vivimos. La crítica al consumismo desacerbado y la obsesión de abandonar la inocencia lo antes posible está correctamente expuesta en una historia que va un poquito más allá con respecto a lo que vimos en Ted de Seth McFarlane allá por 2012.

En la cinta se nos muestra qué es lo que sucede cuando le rompemos el corazón al juguete que nos acompañó durante toda la infancia. Nos indica como se siente aquel juguete con rasgos humanoides cuando es desechado o sustituido. Las consecuencias, según la diégesis del director, serán violentas e implacables, con actos sobrenaturales descontrolados.  

Jack, tras la impetuosa y accidental muerte de sus padres (un Diabolic Ex Machina tremendo) debe coger las riendas de su vida, cosa que no había logrado en sus treinta y muchos años de vida, y elaborar un proyecto que garantice su resentido puesto de trabajo en una competitiva marca juguetera y evite el más que probable desahucio de su hogar por impagos. El protagonista decide romper el cordón umbilical que lo mantiene unido a sus costumbres y fórmulas de ocio, para de forma abrupta guardar toda su colección de figuras, juguetes, y recuerdos en cajas que irán a parar a las frías paredes de su sótano. 

Entre todas sus posesiones condenadas al olvido se encuentra Benny, un peluche poco agraciado que ha sido su fiel amigo a lo largo de toda su existencia. Aquella misma noche Benny cobra vida, pero en vez de buscar venganza su amor incondicional por Jack hará que se posicione a su lado de forma frenética e irreflexiva. A partir de ese momento Benny masacrará a todo aquel que pretenda hacer daño a su amigo, por lo que la sangre y las vísceras estarán muy presentes en aquella casa antaño normativa y de vallas blancas.

El problema se agravará cuando Benny pierda el control definitivamente y no quiera permitir que Jack evolucione socialmente y mejore su vida personal. Benny ama a Jack, y por supuesto, Jack no debe amar a nadie más o de lo contrario será despedazado por su psicótico peluche.

Benny loves You es el primer largometraje de Karl Hot, que tras su paso por festivales ha conseguido empezar con muy buen pie. En Sitges 53 ed. Funcionó muy bien, pero incluso yendo un poco más allá, fue la ganadora del Premio del Público al Mejor Largometraje en la 31 Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donosti, y como guinda del pastel Benny fue la portada del número especial del Fanzine 2000 Maníacos de aquella edición. Pasión y devoción por el cine gamberro, como debe ser. 

Esta historia de amor violenta y posesiva es un claro indicativo de las consecuencias de la presión social y la obsesión por empujar a otros a “madurar” según los criterios de una sociedad hipócrita y vacía, que obliga a grandes y pequeños a ir dejando atrás todo lo que aman para que acaben siendo supuestas personas productivas e infelices. Benny representa a ese niño interior que reclama cariño y que necesita tiempo de calidad, pero que lamentablemente acaba siendo condenado al ostracismo. Con muy pocos medios Karl Holt consiguió crear un clásico instantáneo, una cinta de esas que acabas revisando cada vez que estás de mal humor, o incluso cuando recuerdas a aquel compañero de clase cuyos padres decidieron tirarle su colección de comics para que se espabilara, pero lo único que consiguieron fue a un niño frustrado cargado de ira y tristeza.

 

Psycho Goreman

Steven Konstanski hace un cine que se arraiga a diversas facciones contraculturales e incluso cita a los clásicos del terror materialista del siglo XIX. Como miembro de Astron-6 (día del año nuevo élfico), compañía cinematográfica canadiense que persigue el espíritu grindhouse más carismático y grotesco, ha sido el cocreador de cortos y films que veneran a las producciones más emblemáticas de bajo presupuesto, haciendo uso de diversos géneros y estilos para entremezclarlos y obtener los resultados más alocados. Especial mención a The Void, un excelente film dirigido a cuatro manos junto Jeremy Gillespie en 2016 que homenajea tanto a Lovecraft como a su mitología interdimensional. 

Psyco Goreman es una película desternillante y emotiva, con personajes surrealistas rematadamente bien construidos con la clara intención de no mostrarnos absolutamente nada, o lo que es decir, burlarse de las premisas rancias y cursis.  

Mimi y Luke son dos hermanos de clase media trabajadora que encuentran escarbando en su jardín una pequeña prisión ambulante que alberga a un genocida extraterrestre. Mimi, dominante y caprichosa, se queda con la joya que sirve como cierre y que a la postre utilizará para dominar la voluntad de tan poderoso ser. Las consecuencias de tan casual liberación no se harán de esperar y habrá un peligroso movimiento desde otro punto del cosmos por parte de la Alianza que consiguió derrotar y desterrar a PG.  

La película es un pastiche demoníaco entre el arte conceptual de los Power Rangers (combates incluidos), Witchmaster, y Mi vecino Totoro, facturado con todo el amor y honestidad del mundo y con la clara intención de homenajear la suma total de cosas que hicieron ser a Konstanski un niño feliz. 

El uso del flashback en el montaje nos hará viajar por diversas galaxias y diferentes mundos para mostrarnos rebeliones, alianzas tan violentas como hipócritas, e incluso la posibilidad relativizar acerca de que tanto el bien como el mal pueden ser conceptos similares o prefabricados. 

Las escenas de acción y violencia son desternillantes, aderezadas con diálogos ácidos y muy oscuros. El sentido del humor es constante en un guion fantástico y desvergonzado, con unos personajes que se toman con una naturalidad pasmosa todo lo que ocurre a su alrededor, llegando a interactuar de forma abnegada entre litros de sangre y genocidios instantáneos. Especial preferencia por el carismático Adam Brooks en el papel de Greg, padre de familia esculpido desde el posthumor que posee la habilidad de dar los consejos más estrambóticos y bizarros que alguien le pueda otorgar a su descendencia. A mí personalmente me enamoró el último trabajo de tan particular cineasta. 


 

No hay dos sin tres. Slaxx o la noche de los pantalones vivientes.

Otra película del apartado Midnight que me llamó la atención por su atrevimiento y descaro fue otra producción canadiense llamada Slaxx. Dirigida por Elza Kephart y escrita a cuatro manos por Patricia Gomez y la misma Elza, Slaxx es una historia cargada de resentimiento y hemoglobina que critica a las grandes compañías textiles que se autoproclaman salvadoras del mundo pero que en realidad lo exprimen y deterioran al máximo. 

Libby (Romane Denis) empieza a trabajar en la cadena eco-friendly en cuestión, justo la misma noche en la que comienzan los preparativos para presentar la nueva línea de pantalones vaqueros exclusivos que se ajustan a cualquier cuerpo y tallaje. La protagonista poco a poco se irá dando cuenta de que ha entrado en una cadena empresarial hipócrita y despiadada, usurera como pocas y que explota al máximo a unos trabajadores cuyos valores son tan dudosos como los de los encargados. Además de lo argumentado, debemos sumar a la historia unos pantalones que cobran vida y empiezan a asesinar a todo aquel que se interpone en su camino. 

Con una fuerte crítica a la apropiación cultural, al capitalismo más sangrante, y con diversos guiños a Bollywood, Slaxx no se queda en una mera historia de unos pantalones asesinos. A pesar de sus notables carencias en producción y presupuesto consigue mantener intacta una sensacional premisa relacionada con injusticias y venganzas desde el más allá, dejando claro que la explotación de seres humanos sigue siendo una asignatura pendiente a resolver en diversos puntos de este mundo.  


 

 

 

 

 

 

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