Lo muertos no mueren. Cero Spoilers! - Pako Mulero Arenillas


Jim Jarmusch es conocido por dirigir cine indie, diferente, transgresor, y con una constante premisa de autocrítica social. En esta ocasión, se ha decantado por, a lo que a priori parecía, realizar un film de terror, pero quiero declarar que incluso antes de que apareciesen los zombies en la ecuación, el municipio donde transcurre la historia ya era más que interesante gracias a los lugareños. 


Dentro del género, el universo zombie se ha arraigado con fuerza, y a niveles comerciales, yendo más allá de los maravillosos e inspiradores clásicos, desde hace años existe un aluvión de productos zombiexplotation (pelis, figuras de acción, series, videojuegos, juegos de mesa, merchan…) la mar de plural, llegando a perpetrarse comedias de notable presupuesto que daban una visión tronchante de esa versión del fin del mundo.

Los muertos no mueren, que a primera vista parecía un híbrido entre comedia ácida y horror, demuestra ser algo diferente, una cinta que homenajea constantemente la filmografía del Maestro George A. Romero, con un montaje asombroso y en ocasiones reiterativo para provocar reacciones en el espectador. En esta ocasión sí existirá una explicación del porqué del alzamiento de los muertos y los cambios a su alrededor, siendo los medios de comunicación junto con personajes de léxico retorcido los responsables de transmitirla.

Con un reparto de lujo y un poco particular debido a la filmografía de aquell@s que lo componen, la trama se desarrolla lentamente, lo que no significa que no sucedan cosas de forma constante. Jarmusch, como buen director, deja mensajes en cada escena, reparte homenajes a diestro y siniestro, amén de huevos de pascua por aquí y por allá. En definitiva, hay que dejar claro que no es un film de terror al uso, y con respecto a su porcentaje de comedia, el director ya había dejado claro en recientes entrevistas que debíamos hacer uso del humor en cualquier tipo de situación para poder sobrevivir a este mundo. La crítica social es constante, sin ningún tipo de anestesia, y los propios personajes se prestan voluntarios para ello. La epicidad se presenta sin invitación en momentos en los que muy pocos actores y actrices sabrían desenvolverse de forma natural y con tanta solvencia. La voz en off, junto con otros recursos narrativos, son realmente brillantes.



Si aprecias la filmografía de este director multitarea (ya sabes cómo opera el caballero) gozarás con su último y esperpéntico trabajo, de lo contrario, tal vez te resulte un extraño viaje. Yo personalmente la he disfrutado mucho.






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