Entrevista a Lluís Rueda - Pako Mulero Arenilas
Lluís Rueda lleva muchos años amando la literatura y el séptimo arte. Eterno soñador y viajero, siempre tiene algo nuevo que contar y compartir. Su fascinación por el cine es contagiosa y le permite alcanzar niveles de excelencia en todo aquello que elabora.
1.Divulgador cultural y analista de cine. ¿En qué momento te descubres como amante de la cultura?
Lo entiendo como una suma de hallazgos. Los pocos, pero capitales, libros que me rodearon en la infancia, los discos oscuros de la adolescencia, los universos paralelos que suponen las obras de arte en tus primeras visitas a museos, los viajes o la ficción en la gran y la pequeña pantalla. Todos esos préstamos son puertas que llevan a otros salones con puertas a otros salones. Aún queda palacio por recorrer, rincones y estancias que me interesan. Creo que de eso se trata, de no perder la curiosidad ni el entusiasmo.
2. ¿Qué películas consideras de visionado obligatorio?
Para un amante del cine esa es una pregunta muy vertiginosa, y ahora podría decir Vértigo, de entre los muertos, jajaja. Más que piezas aisladas me gusta considerar obras de directores que sí podrían ser imprescindibles en mi caso. Fritz Lang, Federico Fellini, Elia Kazan, Alfred Hitchcock, David Lean, Terence Fisher, Jack Arnold, Roman Polanski o Kiyoshi Kurosawa. La lista, como comprenderás, sería inabarcable. Imagínate que me dejo a David Cronenberg, a Sam Peckinpah o a Tobe Hooper. ¿Qué sería de nuestra vida sin La matanza de Texas? Pero si me pides una película imprescindible en lo emocional diría Los contrabandistas de Moonfleet de Lang, es el cóctel perfecto entre charme gótico, personajes malditos y pérdida de la inocencia. Maravillosa.
3. ¿Qué libros y autores te han marcado una línea a seguir?
Como ves por mi respuesta anterior soy extremadamente ecléctico en los gustos. Pero sí me reconozco muy afín a Italo Calvino, Álvaro Cunqueiro y J. G. Ballard. Después, claro, me pirra la literatura de horror de Algernon Blackwood, William Hope Hodgson, Lord Dunsany… Clásicos como Robert Louis Stevenson, Horacio Quiroga o Melville… Pero en general leo de todo, puedo disfrutar tanto de una lectura de John Dos Passos o Joyce Carol Oates como de Joan Perucho. Supongo que por eso escribo sin demasiadas ataduras estilísticas. Es difícil clasificar lo que hago, pero tengo claro a qué lector o lectora puedo seducir: aquellas a las que les gusta recorrer el palacio sin miedo, bien aferradas al candil.
4. Háblame de tu pasión y contribución en revistas y fanzines de género.
Pues esa es una parcela que tengo algo más asociada con la primera década de los 2000. Colaboré en unos cuantos fanzines, y no escribiendo necesariamente solo de cine. En Freeks!, por ejemplo, hacía crónicas con un loco sentido del humor negro sobre temas tan variados como la tuna, la podofília, rutas a cementerios y crónicas de viaje, como mi periplo por los Cárpatos o la búsqueda de la casa de Pippi Långstrump. Aunque no lo parezca a primera vista, me pierde el humor absurdo. La gente me tiene por más serio de lo que soy realmente, todo pose gótica, jajaja. Y claro, hice artículos de cine para fanzines como Data o Amazing Monsters, diarios como La República, algunas revistas de cine como Travelling, etc. Eran tiempos para curtirse como analista y de ahí también salió Judex Fanzine, proyecto personal que aún sigue en marcha bajo la dirección de Marta Torres. Qué barbaridad, me parece muy lejano todo aquello.
5.Tus aptitudes como editor son de sobra conocidas. Me gustaría que me comentaras acerca del nacimiento de Hermenaute.
La verdad es que cuando me lo preguntan no lo tengo claro ni yo mismo. No hubo un minuto 0, fue casi una pulsión natural. Lo cierto es que me despidieron de una empresa e invertí parte de la indemnización. La marca Hermenaute, la logística, etc… Y a lo tonto llegó una primera publicación «Momias y embalsamados» que era una antología de relatos de horror. Hace ya cinco años. Por cierto, aún me preguntan: Herme (Hermetismo) + naute (náutico en francés). Algo así como navegar por lo hermético. Y no, el logo no es una silla de diseño sueca, jajaja, es un motivo en que convergen la silueta de la luna y el sol en un famoso retrato de Hermes Trismegisto. Cuando hay gente que me cuenta que se prepara durante años para ser editor yo no doy crédito. Deben ser muy buenos, y con pasta detrás. Yo hago magia con los calcetines remendados y doy gracias al diablo por llevar este “laboratorio de libros singulares” con una profesional tan enorme como Marta Torres. Ella siempre alcanza la excelencia donde yo ando dubitativo.
6. En Hermenaute se analiza de forma minuciosa el contenido y contexto de películas que han marcado a diversas generaciones. ¿Cómo seleccionáis las propuestas?
Bueno, depende de si los libros son colectivos e individuales. Si son colectivos siempre doy libertad absoluta al coordinador, yo estoy para ayudar. Con los proyectos cerrados con un autor depende si son un encargo personal o están previamente escritos. Según cada caso suelo aconsejar sin imponer. Si veo algo a mejorar lo comento, si veo algo a recortar lo comento, si todo está perfecto trabajo para que luzca dentro de un presupuesto. Y luego tienes gente a tu alrededor que trabaja limpio, muy bien, y yo intento adaptarme a las sugerencias, a nuevas ideas. Creo que es sencillo trabajar conmigo, y esto se trata de hacerlo fácil para todos. No he tenido peloteras con autores, entre otras cosas porque yo soy un autor y no voy a fastidiar a alguien como yo. Si trabajo con un editor mi propio material, conmigo lo tiene superfácil. Sé perfectamente lo que enriquece un producto la labor de un editor/a. Respeto al cien por cien los criterios y los análisis de mis autores. Si están dentro del laboratorio es que ya tiene nuestro O.K. No voy a discutir un párrafo porque yo lo haría distinto; sería un estúpido.
7. En Sitges, Terror Mollins, y La Semana de Donosti, la presencia de Hermenaute es capital. Los libros oficiales de cada festival son una gozada. ¿Cómo nació esa relación?
Pues es lo que tiene coser antes de meterte a sastre. Estos festivales son mi territorio natural desde hace décadas. En general me conocen por mi pasión por el cine fantástico y eso, entiendo que, para algunos de ellos, es un plus a la hora de entendernos y sentirnos bien arropados. Muchos festivales empiezan a valorar la proyección que supone una publicación oficial y me alegra que así sea. Pero claro, hay que hacerlo bien. No estamos en tiempos de descrédito; en este oficio al tercer error de peso te vas a la calle. Hay que poner en valor lo que se da dentro y fuera de la pantalla grande. Estas colaboraciones, mientras funcionen, las veo como un buen trabajo en equipo. Con los directores artísticos de dichos festivales tengo buen entente y en algunos casos amistad personal. Es gente que lo pone fácil.
8. Hemos compartido muy buenos momentos, como nuestra entrevista conjunta a Pupi Avati. ¿Recuerdas alguna entrevista o situación que te haya marcado especialmente?
Fue genial compartir aquella entrevista. Pues una que me gustó mucho es la que pude hacer en su día a Douglas Trumbull. Sabía que lo que me explicaba era el trabajo en los márgenes de una producción, los detallitos de excelencia de un filme y me resultó fascinante su discurso. Difícil ninguna, algún actor veterano me ha vacilado, pero de manera simpática. La que recuerdo con bastante lucidez es mi primera entrevista seria, que fue a Jaume Balagueró. Una charla muy enriquecedora sobre sus cortometrajes. Éramos jóvenes.
9.Cuéntame, por favor, un poco acerca de ¡A mordiscos! y de Sombras de Caligari (dentro de poco habrá un análisis de ambos para La cabina de Nemo).
¡A Mordiscos! es un libro precioso para un cinéfilo. No solo se centra en la figura del vampiro Germán Robles y todo su periplo como hijo de republicanos exiliados, también es una miscelánea perfecta para entender la importancia de la época dorada del cine gótico y de terror mexicano. Un dos en uno singular. Libro que amplía con muchos datos y una bonita entrevista póstuma la publicación de 2008 de la Semana Negra de Gijón. Un trabajo excelente de Jesús Palacios al que hemos intentado dar mayor dimensión gráfica.
Sombras de Caligari, coordinado por Ángel Sala y Jordi Sánchez-Navarro parte de la voluntad de analizar hasta donde ha llegado la sombra y la influencia del clásico de Robert Wiene en el cine posterior. Un ensayo que no se queda en la superficie y busca caminos estéticos, filosóficos, que procura ubicar el legado de esta obra maestra del fantástico en diferentes estratos y contextos. Yo creo que es un libro maravilloso que nace de nuestra necesidad de entender confluencias, marcos sociopolíticos y la conexión del cine con el arte y otras disciplinas. En ambos casos la labor de nuestro ilustrador Miki Edge también suma excelencia a las intenciones generales y a la labor de las firmas. Para mí son dos joyitas y me consta que Sitges Festival está muy contento con nuestras colaboraciones. 2021 también nos deparará cosas excitantes, seguro.
10. ¿Desde cuándo os conocéis Jesús Palacios y tú?
A nivel personal desde hace poco. Comencé a tratar con él de manera personal en el Festival Celsius de hace tres o cuatro años, nos acompañaba un autor y amigo como Hernán Migoya. Eso sí, siempre he tenido muy presente su labor. Le he leído durante años y he admirado su forma de analizar, el criterio que atesora y su capacidad de anticipación (en eso es único). Trabajar con él y tratarlo con proximidad es un placer, claro. Aprendes muchísimo. Me gustaría mucho hacer más cosas en el futuro con Jesús. De momento tenemos ahí ¡A Mordiscos! y Folk Horror. Dos libros que nos enorgullece haber publicado.11. Algún título publicado en tu editorial que te haya llegado especialmente al corazón.
Un título de hace tres años, Kou el corb i altres contes bretons de Tangi Malmanche. Es un autor de principios del siglo XX que descubrí en un viaje a la Bretaña y que me propuse publicar en la península por primera vez. Mis conversaciones con el nieto del autor, Mr. Stocksman, fueron secillas y la obra salió traducida al catalán. Es un libro de relatos rurales con un pie en lo sobrenatural, oscuro, ácido y maravilloso. Ahí están la muerte (Ankou, en bretón masculino), la picaresca, lo esotérico y simbólico. Una publicación, entiendo, necesaria. En estos momentos la editorial solo publica ensayo y mantiene esa línea de fantástico en lengua catalana. Esperamos que esa colección nos continue funcionado en lo posible, aunque el mercado en general, y al margen del idioma, está muy saturado. La lucha está en posicionarse a través de la singularidad.
12.Eres una persona sensible e inteligente. Me parece lógico que hayas construido una historia como Lucificción, que indaga, deconstruye, y finalmente le da la vuelta a muchos dogmas y elementos cristianos. ¿De dónde parte una idea tan compleja?
Lucificción es una novela con diferentes capas narrativas y que no esconde su vocación metaficcional. Es un libro que se centra en la redención a través de la escritura pero que combina elementos de fantasía oscura y del fantástio menos acomodaticio. La odisea por una suerte de infierno onírico de la escritora Muriel Trencadisa se formula como una condena o una purga a través del propio proceso de creación, pero dibuja territorios oníricos y una suerte de tránsito a un mundo simbólido en que humanos y demonios están condenados a entenderse en un limbo fronterizo, árido, siniestro y muy al estilo Clive Barker. En la novela el McGuffin es un libro de luz que Muriel debe preservar y transportar a un biblioteca muy especial, un libro de poder que ansían los antagonistas de la aventura, Pablo de Tarso (San Pablo) y un grupo de demonios o alados mercenarios. Para ello Muriel debe buscar alianzas con un par de alquimistas que ejercen de embajadores del príncipe demoníaco Sitri en esas tierras peligrosas. Es una novela con un planteamiento de evasión, pero que no rehuye reflexiones internas sobre la muerte, la ficción, la religión y el sincretismo. Tampoco debe leerse como un ataque al cristianismo, fíjate que sobre todo me centro en San Pablo para articular mi crítica, y el cristianismo es mucho más que su discutible legado.
13.A pesar de la riqueza de la historia, Lucificción es narrada de forma tan inteligente como sencilla. ¿Cuenta con algunos elementos que parten de tu propia experiencia vital?
Entiendo que existe una profunda reflexión sobre el bloqueo creativo y la depresión y ofrezco una suerte de bálsamo a través de las claves de la propia ficción. Seguramente hay mucho de Muriel Trencadisa en mí, inevitablemente. Mi voluntad era crear un universo en el que la del fuego (el culto zoroástrico ) y el luciferianismo como filosofía de la razón se articulase como oposición al fanatismo. Pienso que el futuro de la literatura fantástica está en cierta voluntad de hibridación y de huir de los lugares comunes. Me apetece, y creo que también al lector, alejarme del corsé estrecho de un género o subgénero (la mayoría efímeros y sujetos a las modas) y hacerlo volar en pedazos. Antes citaba a Calvino, su acercamiento al fantástico es tan mutante como abrasivo, y trincha o pervierte manteniendo un envidiable equilibrio con lo clásico para crear otra cosa. Esa filosofía y arrojo, incluso de visionaria psicogeografía, converge con naturalidad con la voluntad de divertimento fantasmagórico de Lucificción.
14.El proceso creativo y construcción de los personajes me fascina. Me gustaría que me hablases de Muriel Trencadissa.
Proyecto en ella mucha impostura y un sentido del humor trágico que me identifica. Es un personaje que enamora por su visceral sinceridad, una mujer independiente de finales del siglo XX que se ve abocada a un mundo de capa, espada y brujería, en cierto modo condenada a un universo pulp (ahí la crítica es ácida) y que debe reinventarse en cada etapa de su ocaso. La muerte, como el sueño, es aquí materia de aventura y aprendizaje. Muriel es como un híbrido entre Mark Lanegan y Jane Bowles, un bichito raro y autodestructivo que concentra tanta lucidez que abrasa. Mimo mis personajes, siempre digo que los personajes son la novela. También me gusta juguetear, los alquimistas que acompañan a Muriel en su aventura por la oscuridad, el escocés Jacob Bruce y el caballero Hiram de Kifri, son en parte personajes de ficción creados por Muriel para una novela inacabada y en parte históricos. Bruce fue realmente alquimista en la corte de Pedro el Grande de Rusia. Las crónicas dicen que creaba objetos voladores en la torre Sukurov y que se hacía acompañar de un homúnculo, quizá Hiram de Kifri. Luego está Saulo, San Pablo, el prototipo de fanático mentiroso, manipulador y con aspiraciones de evangelizar el propio infierno. Creo que todo el juego de roles que supone Luccificción es muy rico y apetecible.
15.¿Te resultó complicado trabajar con la idea constante del suicidio, el bloqueo creativo y el pánico a la obra inacabada que se queda aprisionada en un cajón como leitmotiv de la historia?
Bueno, la escritura es un exorcismo. Mira, aquí las claves del luciferianismo son esa luz o razón a la que aferrarse. Yo, como Muriel, cojo la llama y me opongo al ostracismo y el caos. Me gusta decir que Lucificción es “un libro de autoayuda contra los libros de autoayuda”. Mi personalidad un tanto bipolar me ha situado ante el abismo en alguna ocasión, pero siempre he hallado salida en el arte, el amor y la belleza. No hay bálsamo para un suicida potencial más conveniente que un paseo por un museo, una vieja biblioteca, un vinilo que te reactiva, una copa de vino para amenizar el camino al Averno; eso hacen Muriel y Jacob Bruce, brindar por la incertidumbre y el peligro. Estamos obligados a ser estetas dentro y fuera de la realidad. Somos capaces de tanto…
16.Construyes a la perfección escenas de acción trepidantes y angustiosas. La cartografía donde transcurre la trama y que adhieres a la mitología que has creado me parece soberbia. Cuéntame algo al respecto.
Pues sufro un poco con las escenas acción. Las infinitas posibilidades del movimiento de un personaje en un mundo cifrado es algo que da vértigo, más que su verbo o evolución en el arco de transformación. Pero también creo que son necesarias y catárticas, en eso sigo aprendiendo. Entiendo que sí manejo mejor las inflexiones grotescas, las fantasmagorías y el prurito gótico, y los diálogos. Creo que es mi fuerte el diálogo; puede que por mi formación como guionista. Cuando concibo una historia procuro previsualizar al límite qué estética busco y qué filosofía debo darle, eso es lo que hace un buen director de cine y creo que eso falla en muchos escritores. Gente que sitúa su trama en Chicago y podría ser Chiclana de la Frontera. Ya me entiendes… La escritura es el arte de plasmar sentidos para otorgar la mayor verosimilitud posible a unos personajes. Hay que cuidar cada detalle. La mitología que puedo añadir es parte de ese ardid estético, pero nunca debe contraponerse al poso filosófico, a la idea trasversal. Debe acompañar y enriquecer el todo.
17.El arte conceptual que describes y que define a unos personajes sobrenaturales, con tintes retrofuturistas y steampunk e incluso sacados de un bestiario digno de El Bosco, me ha llamado muchísimo la atención. ¿De dónde han salido esas criaturas?
Me gusta lo del Bosco. El bestiario, la plástica, la luz huidiza… Me fijé mucho para componer el tránsito y los capítulos en cuadros que me gustan, artistas como Yuri Klapouh, Roberto Ferri, Wayne Douglas Barlowe o Gustav Doré, claro. Incluso el puente entre nuestro mundo y Matanaderán (ese limbo cifrado) es una basílica invertida: inspirada en Saint-Paul-Serge de Narbona mutada con trazos de iglesias típicas de la arquitectura de Armenia y Georgia. Con los personajes históricos (Jacob Bruce) procuré ser fidedigno. Pero sí, Hiram de Kifri, suerte de vizconde diezmado a lo Calvino, me permití jugar con el stempunk. Por cierto, un subgénero en extinción que solo puede sobrevivir como acicate estético de una manera transversal. Lo advertí hace muchos años en una charla, el steampunk es esencialmente estética, es incierto y tiene poca identidad como subgénero. Alguno se enfadó, claro. Los alados o demonios son otra cosa, oníricos en mi caso. Seres terroríficos que ya describía en mi anterior novela Paradoja en Renfield Street, con sus rostros asaeteados de astillas, picas y punzones. Dioses caídos en desgracia. Son moradores de mis pesadillas, probablemente la contaminación de lecturas, arte, religión, seres reinventados por mi subconsciente. En esa parcela me reconozco muy próximo al Clive Barker de The Scarlet Gospels, cierto. Alados… de pequeño había un niño en mi barrio que veía ángeles (la madre era una fanática), eso siempre me fascinó y aterrorizó a partes iguales. ¿Te puedes creer que me lo encontré en un viaje por Transilvania cuando ya éramos adultos? Nos tomamos una botella de champagne en Brasov, muy cerca de la Iglesia Negra.
18.¿Qué tal tu experiencia con Orciny Press?
Orciny es probablemente la editorial independiente más interesante de este país. Solo la aportación al fantástico con el género Bizarro ya merece su existencia. Tenía muchas ganas de publicar un libro extraño y singular con Orciny. Conozco a Hugo Camacho desde hace tiempo y tengo buena mistad, hemos compartido ferias, sabemos lo que es trabajar una marca desde la nada y a mí me parece un genio en lo suyo. Yo estoy muy contento y para mí es un honor publicar en el sello que ha apadrinado a voces internacionales imprescindibles como Jeremy Robert Johnson, Damien Echols, Carlton Mellick III, Nick Antoska, Laura Lee Bahr o Autumn Christian o de la península como Francisco J. Pérez, Alejandro Marcos Ortega, Max Besora, Alfredo Álamo, Rubén Guallar, Sergi Álvarez, Sergi G. Oset, Tamara Romero… o Manuel de Pedrolo. Una comunidad increíble, la fórmula Orciny es una maravilla y yo me siento privilegiado formando parte de esto. Si todavía no habéis leído nada de Orciny Press no sabéis lo que os estáis perdiendo. El trabajo de Hugo como editor trascenderá la inmediatez y las veleidades del mercardo, quedará como algo referencial y que significa y pone en valor a toda una generación literaria. Están pasando cosas maravillosas, y Hugo es el sumo sacerdote que lo hace posible.
19. ¿Algún nuevo proyecto entre manos?
Lo inmediato es el ensayo: Decapitación. Iconos y leyendas, un libro muy personal para la colección Mikró de ensayo breve de Hermenaute. En él me centro en el descabezamiento a través del arte, los mitos y costumbres de diversas civilizaciones. Una aproximación al impacto de la cabeza trofeo en su sentido más etnológico, extenso y, desde luego, legendario. Una crónica a lo largo de la historia y de diferentes geografías que analiza el acto de la decapitación como poderosa materia de ficción a través de la cultura popular. En este ensayo el lector encontrará santas y mártires, cacerías salvajes, guerreros celtas, blemios, figuras como el Dullaham irlandés o el famoso jinete de Sleepy Hollow, charros negros y fantasmales sacerdotes sin cabeza, así como pretéritos ritos tribales. Más allá de este libro, a mi ritmo, estoy con una nueva novela y la colaboración en un ensayo de cine colectivo.
20.El futuro y presente de Hermenaute.
El presente es la angustia ante la posibilidad de un futuro esquivo, ¿no? Jajaja. Bueno, seamos positivos. Las líneas de ensayo están funcionando relativamente bien y tenemos muchos proyectos bonitos en marcha. Solo pido sobrevivir sin aprietos, poder trabajar sin sobresaltos en lo que me gusta. Lo mejor de ser editor es que propones un mundo, un estilo, una conjetura, si el lector es cómplice eso se desarrolla y crece. Esperamos no decepcionar y ser apetecibles siempre, ser atractivos.
Muchísimas gracias por tu tiempo. Un abrazo fuerte.
Gracias a ti. Además, como editor de La Cabina de Nemo estoy seguro que más o menos algunos pasajes de la entrevista son también un poco compartidos. Felicidades por el trabajo que realizas.
Comentarios
Publicar un comentario