Baby. Una imagen vale más que mil palabras – Pako Mulero – Sitges2020
Juanma Bajo Ulloa es de esos directores que disfrutan caminando sobre la cuerda floja, rozando los límites e incluso superándolos con creces. Su fórmula de construir cine combina elementos de la cultura popular y el cuento barroco, aunque en diversas de sus incursiones más indies o incluso antisistema llegó a criticar con fuerza al entramado social más corrupto. Su etapa en la dirección del salón del comic de Granada quedó grabada a fuego, escandalizando a unos y encandilando a otros, siendo en mi opinión una de las performances más potentes de principios de milenio. Si bien Airbag con su excelente reparto y sensacional banda sonora (muy fan de Nancy Boy de Placebo) me encandiló con sus diálogos brutales y descarnados, he vuelto a encontrarme con sensaciones únicas y diferentes en su último film. Con Baby el director retorna a sus orígenes narrativos dando lugar a algo muy especial.
Baby es una hibridación entre cuento macabro y fábula cruel, un hábitat en el que diferentes mujeres hacen un trabajo de rabia y contención soberbio. El director plantea la historia como una tela de araña de la que es muy difícil escapar, un lugar en el que los pequeños destellos de belleza son ensombrecidos por la brutalidad de la naturaleza y la mera condición humana. Los personajes contienen rasgos preternaturales que chocan una y otra vez con el orden y los roles establecidos, factor que suma tensión a las escenas en momentos clave.
Todo comienza de forma primaria, con un parto sin asistencia en un piso dejado de la mano. La protagonista, la chica que da a luz, es una joven toxicómana atrapada en el tramo existencial que le ha tocado vivir, pero que gracias al impacto propio del nacimiento de su bebé comienza un agónico ascenso a un lugar impreciso. Ella, al no sentirse preparada para sacar adelante a la criatura decide entregarla a una extraña mujer a cambio de una notable suma de dinero. Les recuerdo damas y caballeros que la heroína es la pareja más fuerte, venenosa, y posesiva que se pueda tener, hace que dejemos de ser racionales y nos empuja a los extremos más insospechados.
La pérdida de su bebé hará que afronte la vida de otro modo y que se agarre a los pocos anclajes que la unen con un pasado mejor. En el film ciertos objetos poseen una arrolladora fuerza narrativa, llegando a funcionar como otro personaje más, como es el caso del Chupete, un elemento que sirve como brújula y en ocasiones como chispeante catarsis para la protagonista, que tras armarse de valor decide ir a la extraña casa ubicada en medio del campo donde tienen a su bebé con la idea de recuperarla.
Una vez en la fortaleza campestre, Rosie Day comprenderá que aquella anciana no es una mera alma altruista que intentaba darle a su pequeña una vida mejor, y los personajes que la acompañan son un reflejo de la crueldad y la perdida de la inocencia que va sujeta a la figura del ser humano a lo largo de su vida. Natalia Tena está absolutamente irreconocible (algo muy a favor de su gran trabajo), Harriet Harris resulta arrebatadora, y Mafalda Carbonell afronta un papel realmente duro con grandes dosis de valentía en escena.
La cinta viene cargada de simbología, con una preciosa fotografía de Josep M. Civit, y un guion complejo y equilibrado que ha eliminado la vía oral en los diálogos al optar por que las imágenes, las expresiones, y los contextos lo dijeran absolutamente todo. La figura de los animales a la hora de las comparativas y las interacciones con el reparto son meramente brillantes.
La premisa del film se agarra a lo realmente importante de este mundo, que a pesar de sus sombras contiene pequeños y grandes destellos, dejando de lado la obsesión por lo material, mostrando lo vacío de algunos objetivos y lo imposible que resulta obtener lo más importante por medio del vil metal. Cada persona que vea el film sacará sus conclusiones, pero aseguro que disfrutará y sufrirá con su paisaje visual. Tremendo trabajo de producción y de puesta en escena.
Tuve el honor de conocer en persona a Juanma Bajo Ulloa en la 30 edición de la Semana de Donostia, y en Sitges2020 he tenido la suerte de volver a charlar con él. Es un cineasta diferente y creativo, una persona cercana y amable que no duda en dedicarte unos minutos si la ocasión y el tiempo lo permiten.
En mi opinión parte de culpa de que haya estado en ciertas ocasiones en el ojo del huracán se debe a que ha sido un adelantado a su época a la hora de crear y narrar, tal vez pecando de mostrar en exceso la realidad de nuestro mundo, porque al fin y al cabo es molesto tener un espejo ante nosotros en según qué momentos. Te invito a ver Baby y echarle un vistazo a su interesante filmografía.
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