La magia del Prado - Pako Mulero - Proyecciones Sitges2020

Sitges 2020 prometió espacios seguros y calidad en los eventos para los usuarios, y doy fe que cumplió dicha promesa con creces. El primer día de festival siempre tiene una fuerte carga de magia y nervios, y para cuando te das cuenta ya estás casi en la conclusión del mismo, y te encuentras tan rematadamente a gusto que deseas que no acabe jamás. Un magnífico lugar en el que estar con amigos y disfrutar de proyecciones y eventos una y otra vez. 


Me encanta la sala de el Prado y La Cañateca. Ver cine de género y acto seguido zamparte una hamburguesa en buena compañía, es una de las cosas que más me gusta en este mundo. Allí he vivido momentos realmente buenos con mis colegas. Intensas conversaciones sobre cine y novelas gráficas, todo ello aderezado con tarta y bebida. Allí mismo estrené el festival con un particular relato superheroico. 


Archenemy es una cinta dirigida y coescrita por Adam Egypt Mortimer, el caballero responsable de Daniel isn´t Real, otro film con fuerte carga literaria (basada en una novela homónima de Brian DeLeeuw, pero que a su vez posee un parecido sorprendente con Pandemonium de Christopher Fowler), que esta vez se ha decantado por una mezcla entre lo superheroico y el costumbrismo sucio. 


Mezclando la base de los comics clásicos (rozando el concepto de la edad de bronce) con la historieta más indie o de autor que oferta Vaughan (e incluso la mala leche de Mark Millar), con la distopía y crisis de identidad de la obra de Philip K. Dick, el director nos plantea una revisión oscura y tecnocratizada de las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza.

Un afroamericano apodado Hamster, que tiene la enorme necesidad de mejorar su vida y su entorno, se pone como objetivo despuntar como divulgador en una plataforma de internet que está causando revuelo en la sociedad. Dicha plataforma es un reflejo de las redes sociales actuales, con la posibilidad de mostrarnos la autentica realidad social que transcurre más allá de las pantallas gracias al montaje cinematográfico. Las ideas conspiranoicas acerca del control y de la falta de equilibrio en los usuarios están servidas. 


Hamster decide pegarse a Max Fist, un corpulento y alcohólico sin techo que golpea las paredes de los muros en los callejones con la idea de abrir puertas dimensionales. Fist, encarnado por Joe Manganiello, sostiene que es un Superhéroe procedente de otra dimensión, que, de forma accidental, mientras luchaba contra su archienemigo para salvar incontables vidas, atravesó un vórtice que lo arrastró a la tierra, lugar donde sus poderes se han apagado. Todos, a cambio de unos chupitos, han escuchado una y otra vez las historias de tan atípico héroe, que es bautizado oficialmente como el loco del municipio, pero Hamster ve en él mucho más y decide acompañarlo por las calles en su día a día para elaborar una crónica digital.

Lo que parecía un salto de fe por parte del protagonista se trasforma en un exitazo. Las esperpénticas crónicas visuales de Max Fist son trending topic, y la relación entre Hasmster y Max empieza a estrecharse, llegando al punto que, tanto el muchacho como los mismísimos espectadores empiezan a plantearse la posibilidad de que el relato Superheroico puede ser real y de que existe esta otra dimensión alienígena. 


El punto de giro sucede cuando Índigo, la hermana mayor de Hamster, que se mueve entre malas compañías (algunas de ella dignas de los films de Guy Ritchie) se mete en un lío y ponen precio a su cabeza. Max Fist se torna en un ser oscuro y contundente, con un afilado sentido de la protección y la justicia, anclado en su realidad psicodélica, pero que a su vez hará lo que sea con tal de cuidar de ambos hermanos. 


Nos plantearemos una y otra vez cuál es el verdadero punto de vista, si el costumbrista o el fantástico, algo que el director se decantará por mostrar finalmente, y por supuesto habrá un examen de conciencia con respecto a la cordura y la falta de independencia en una aldea global.  La idea de mostrar a los héroes y villanos como ambas caras de la misma moneda, e incluso contextualizar sus acciones y emociones, me ha parecido tan interesante como arriesgado. El recurso de alternar animación en la narrativa junto con el metraje convencional, me pareció sublime, ya que se sumaba a las dudas y convicciones sobre el origen de los personajes de forma correcta. 


La película generó sombras y luces en los comentarios de todos aquellos que asistimos a aquella primera sesión del festival, opiniones muy respetables por supuesto. En mi caso particular, logré abstraerme y disfrutar con todos aquellos elementos del comic clásico y contemporáneo, amén de los constantes guiños a la novela de caballería.

 

 

 

             Vicious Fun

Divertida a rabiar, la propuesta de Cody Calahan es un sensacional homenaje a los fanzines en formato papel y a las películas de serie B que abarrotaban los casi desaparecidos videoclubs. Cuando Joel, un intrépido reportero de un magazine de películas de terror, intenta averiguar algo más sobre el tipo que está saliendo con su compañera de vivienda (a quien ama locamente), se ve accidentalmente atrapado en una sesión de terapia en grupo para asesinos en serie. Gracias a su imaginación e inventiva ganará un poco de tiempo, pero la aparición de Carrie (una sensacional Amber Goldfarb) será capital para su supervivencia. 


Los siguientes acontecimientos cambiarán por siempre la vida de Joel, que de forma casual acabará interpretando a uno de eses personajes que tanto idolatra del celuloide. Rodada casi siempre en interiores, la historia de la obcecación de unos carismáticos asesinos por atrapar al protagonista, se hará tan intensa como desternillante. 


Este film canadiense va a rebufo de las nuevas tendencias de ubicar las historias entre los neones y fotografía de los años ochenta y principios de los noventa, combinándose a la perfección con la música de sintetizador, fx estridentes, y el gore más gratuito. Casi rompiendo la cuarta pared, los códigos del cine de género son mostrados abiertamente, como si de un mago explicando sus trucos se tratara, con la idea de divertirnos de forma desenfadada a costa de los estereotipos más descarados y de las situaciones más excéntricas. 

 

Toda una mezcla de géneros, Vicious Fun cuenta con un detonante soberbio (arrancó aplausos espontáneos en la sala) y con un reparto de absoluto lujo, caras que hemos visto en cine indie y en títulos mucho más comerciales. Especial mención a Robert Maillet, el gigante que da miedo pero que puede expresar las emociones más extremas. 


Diálogos divertidos e inteligentes, junto con coreografías de combate sencillas pero muy efectivas, la cinta nos envuelve desde el primer minuto, consiguiendo retrotraernos a otra época en la que tal vez éramos más ingenuos, un lugar en el que pasábamos las horas muertas entre las estanterías de los videoclubs, auténticos templos a la diversidad cinematográfica. 


 

 

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